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¿Por qué no oramos?

Juan Carlos Cardona

Actualizado: 22 jun 2021

Hace pocos días, le hicimos esta pregunta a varias personas acerca de este cuestionamiento que está expresado en el título del mensaje, y un gran número de ellos contestaron que no oraban por las siguientes razones:


  • Porque no conocían bien a Dios

  • Sentían pena con Él

  • Creían ser conchudos, exceso de confianza

  • El afán de las rutinas diarias

  • No tenían tiempo

  • Falta de fe

  • Pereza

  • Comodidad

  • No encuentran respuesta a la oración

  • Desisten cuando la respuesta no es inmediata

  • Incredulidad y desconocimiento del poder que la oración puede ejercer en sus vidas

Orar es básicamente hablar con Dios de una manera sencilla, es tener esa certeza que Dios está presente allí y contestará las oraciones realizadas que nacen del corazón; muy diferente a rezar, que es expresar ideas o formas que otros usaron o crearon para un momento específico de sus vidas de una forma repetitiva.


Analizando las respuestas, nos damos cuenta que el 90% de estas, están basadas en mentiras, porque si hay algo cierto del carácter de Dios, es su cercanía a quien desee establecer una relación íntima con Él, algo claro y que es repetitivo en las respuestas, es no sentir esa confianza de hablar con él, sentimientos de culpa y la verdad es que Él ya nos ha regalado el perdón a todos los que creen, del pasado, el presente y aún el futuro. Verdad que nos lleva a estar libres de culpa para no sentir pena de buscar su ayuda y consejo amoroso.


El propósito del corazón de Dios, es que creamos que en la medida que hablamos con ÉL, podemos desarrollar una confianza plena en sus atributos: omnisciencia, omnipresencia, inmutabilidad y su incomparable poder.


Fue dejado escrito en su palabra que cuando oras, Él inclina su oído para escuchar lo que quieres expresar. Muchas veces cuando hablamos se nos olvida que en una conversación común y corriente entre dos, siempre tiene que existir un oyente y un emisor, en el caso de la oración siempre asumimos el rol de emisor y rara vez realizamos silencio para escuchar su consejo, cuál es la decisión correcta a lo que abruma o perturba el corazón. Jesús nos invita, nos anima a que oremos, que ese tiempo de intimidad con Él sea la prioridad máxima de nuestras vidas, porque Él nos dejó esta promesa, “pedid y se os dará, buscad y hallareis, tocad y se os abrirá”, no nos demos el permiso de no orar, ya que a través de esa oración tu vida cambiará radicalmente y comenzarás a experimentar la plenitud de Cristo en tu corazón.


Nada ni nadie puede impedir que hables con tu creador. Jesús propició ese lugar secreto donde puedes hablar con Él cuándo quieras. Él está esperando por ti.

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